Quizá porque ciertos personajes del mundillo nos quitaron sus mejores años; Quizá porque la pérdida y posterior manipulación de pruebas indignaron a propios y extraños ante un caso de semejante magnitud; Quizá porque nuestro estado deportivo no podía permitirse una descomposición en la parcela ancha. Quien sabe, lo cierto es que el famoso "Caso Gurpegi" movilizó a una ciudad entera, consternada ante un hecho que, pese a generar dudas y certezas de veracidad, se llevó a cabo de manera manipuladora y fraudulenta.
Lissavetszky, o como quiera escribirse el apellido del lamentable protagonista, dictó sentencia: Culpable. El Ferrari rojiblanco va con gasolina súper. Yo he perdido las pruebas, pero manipularé las que tengo para que el motor del Athletic pase dos años con gato en rueda.
Bilbao echaba humo pese a conocer el historial del por aquel entonces médico del club. Bilbao era consciente de que Gurpegi podría estar implicado, pero sin pruebas el "18" era inocente.
Insistencia inútil, 2 años de sanción ignorando a la diosa Justicia.
Pero Carlos volvió, nadie dudó de que lo haría. Por su carácter batallador, por su sentimiento Athletic y por su afán en devolver todo el cariño recibido. Carlos volvió, y la Catedral le recibió con una fiesta, no era para menos.
Tras un tiempo de pruebas por las distintas posiciones en las que Caparrós se empeñaba en colocarle, el Ferrari ha salido del concesionario para ocupar el sitio que más le gusta, desde el que nos brindó su época dorada. La nueva versión ha perdido parte de su motor, pero ha ganado en confianza y seguridad, garantizándose la fidelidad de unos clientes que nunca le dimos la espalda.
Enhorabuena Carlos, de parte de alguien que nunca te dio por acabado.